Caminos cruzados

Como olvidar la primera vez que te vi, llevabas la cara sucia y los ojos llenos de hambre y dolor. Subiste a una buseta, y con algo de pena pedias limosnas; tu mirada se cruzo con la mia, te di unas monedas y mi sandwich envuelto en una servilleta. Me sonreiste.
Te invite al comedor público en el cual trabajaba los fines de semanas, me dijiste: alli siempre me quieren llevar a un orfanato, asi que no gracias!!!!
Y durante tres fines de semanas consecutivos te espere. Un sábado de lluvia llegaste. Te tomó más de 20 minutos entrar al garage, que gentilmente Rosa habia prestado para ayudar a quien lo necesitara; te acercaste con miedo, y mientras te servía un plato, me contabas como habia sido tu dia....
La semana siguiente regresaste, pero algo en tu mirada me decía que estabas perdido, y mientras llevabas un bocado de carne a tu boca colapsaste. Camino al hopistal, sentí nudos en estomago, pensaba en tu corta vida, en los golpes que el destino te habia propinado; el diagnóstico no fue favorable, la droga habia mermado tus pulmones, y decidi llevarte a mi casa.
Alli aprendiste a leer y a escribir, conociste el mundo de los libros, los cuentos y las historietas; un par de años después, seguias levantandote a mitad de la noche sobresaltado, esperando reconcer el sitio donde habías caido dormido.
Me contaste poco a poco sobre tu familia, los recuerdos vagos que tenias sobre ellos, las noches de terror, porque tu papa te hacia trabajar y en ocasiones no tenias dinero para regresar a casa, y sobre como un dia, decidiste no volver.
Sobre Chuito, el chico que durante un tiempo te dió cobijo, con el olias pega para calmar el hambre y el frio, hasta que un día no regreso.
Mientras almorzabamos, me preguntaste si podias estudiar en una universidad, yo te respondi que eras dueño de tu vida, y que todo era posible con algo de trabajo. A tus 25 años ingresase en una universidad pública, cursabas estudios de noche mientras trabajabas de obrero en una constructora.
Hoy es el bautizo de tu primer hijo, y mientras tomo en mis brazos a mi ahijado, recuerdo todos estos años, miro al hombre en el que te has convertido, la noble mujer que hoy te acompaña, y los sueños que hoy persigues.
Gracias a ti, me aferre a la esperanza, gracias ti, sé que todo se puede, eso y mucho más.
Dora.-
Relatos de tardes de plazas.
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